La investigadora forma parte de un proyecto consorciado, trabaja en un nanovehículo que llevará ARN a las células para que el propio organismo produzca el antígeno
«Llevamos un mes trabajando sin saber lo que es un fin de semana ni un día de vacaciones», relata la catedrática de Farmacia María José Alonso, investigadora principal en el CiMUS de la Universidad de Santiago de Compostela e integrante de la Academia Nacional de Medicina de Estados Unidos. Al frente de un laboratorio que ha sido pionero en hallazgos en tecnología farmacéutica y nanomedicina, ahora se ha embarcado con su equipo en la búsqueda de una vacuna para frenar el Covid-19. Un esfuerzo conjunto, consorciado, que lidera el IDIBAPS catalán y en el que colaboran también el Centro Nacional de Biotecnología (CSIC), la Universidad Pompeu Fabra, la Universidad de Barcelona, el Instituto de Recerca Biomédica de Barcelona y la Universidad libre de Bruselas; y está financiado por la Generalitat de Catalunya y el Instituto de Salud Carlos III.
¿Qué tipo de vacuna persiguen y cuál es su contribución?
Es la última tendencia en vacunas. Se basan en que, en lugar de administrar el antígeno al paciente, administramos el ARN mensajero, que contiene la información genética para que nuestro organismo produzca la vacuna, el antígeno. Para que eso ocurra, ese ARN mensajero tiene que entrar en las células del organismo. Nosotros lo que hacemos es empaquetar ese ARN mensajero, incluirlo en un nanovehículo que, tras su inyección, lo va a transportar al interior de la célula y allí le transmite la información genética para que produzca el antígeno, frente al cual el organismo va a reaccionar con una respuesta inmune.
¿Cuál es la ventaja?
Las ventajas que se le presumen a este tipo de vacunas es que la producción masiva es relativamente sencilla y previsiblemente van a dar lugar a respuestas duraderas.
¿En qué consiste el nanovehículo?
Unos «partners» están enfrascados en diseñar el ARN, que se hace con inteligencia artificial y simulación computacional. Como no tenemos el ARN de verdad, utilizamos un ARN modelo. Estamos diseñando nanopartículas que puedan ser fabricables a más escala, que sean estables y que tengan unas características adecuadas para la internalización en las células y la liberación del ARN. El vehículo está constituido por ARN, lípidos y proteínas. Es como si hiciésemos una especie de virus artificial.
¿Con qué horizonte trabajan?
Contamos que de aquí a seis meses podamos saber un poco la respuesta en animales, la preclínica. A partir de ahí, tomar la decisión de si hacemos el salto de escala y los ensayos clínicos.
Hay una intensa carrera en todo el mundo por anticiparse con la vacuna. Ser los primeros tendrá premio. ¿Cómo se conjuga esta premura con procesos tan complejos?
Es una carrera de fondo. El mensaje del Ministerio de Sanidad es que compartamos la información, lo cual me parece muy acertado. Que estemos al corriente unos de lo que hacen otros, e intentar avanzar lo más rápido posible. Quizás no haya un premiado, sino que haya varios. Quizás no haya un ganador, sino que haya varios ganadores. Eso sería lo más probable.
En estos momentos hay lanzadas múltiples líneas de investigación.
Sí, incluso en Galicia hay tres prototipos de vacuna. En Barcelona al menos hay tres, en Madrid también hay varios. Son de diferente dimensión y aproximación pero el esfuerzo es muy grande. En España, en particular, se está esforzando la gente muchísimo.
Lejos de estorbarse, discurren en paralelo hacia un objetivo común.
Desde luego, estorbarnos, no. Que colaboremos más o menos, va a depender de los grupos. En mi afán está el compartir información y colaborar lo más que pueda.
Lógicamente, consideran que su investigación es prometedora.
Los que lo presentamos, este consorcio, llevamos trabajando ya varios años en otra vacuna también de tipo ARN, para el Sida. No partimos de la nada, sino que somos un consorcio que además estamos acostumbrados a trabajar conjuntamente.
¿Cuándo cree que dispondremos de la ansiada vacuna?
Basándonos en el esfuerzo a nivel multinacional, pensando que tenemos más de 100 prototipos de vacunas en ensayos preclínicos y una docena en ensayos clínicos, quiero ser positiva; quiero pensar que en el plazo de un año, un año y medio la podamos tener. Para este invierno lo dudo mucho. Sería una lotería. Es posible pero sería algo bastante excepcional. Los chinos van ya en fase 2, hay que pasar a la fase 3. Quizás si en la fase 3, de desarrollo, el personal sanitario y algunos grupos de riesgo puedan empezar ya a probar la vacuna y a inmunizarse, sería un gran paso. Quizás haya algo para este invierno, pero no de forma masiva, para todo el mundo.
¿Siente que ha sido necesaria la pandemia para que la sociedad acuda a ustedes en busca de un salvavidas?
Todos los Gobiernos están invirtiendo muchísimo en ciencia y creo que es una buena llamada al mundo, y en particular a nuestro país. A veces todavía oímos a gente en la calle que dice: «Ya investigan otros». Claro, si ya investigan otros nos encontramos con problema de este tipo. Estoy satisfecha con la actitud del Ministerio, que ha sacado muy rápidamente una convocatoria. Nos están ofreciendo todo su apoyo, tanto el Ministerio como la Agencia de Evaluación de Medicamentos. Espero que, efectivamente, esto tenga una consecuencia en la apuesta de España por la investigación, que se ha visto tan denostada en la última década. Es cuestión de muchos años de no recibir la atención necesaria.
Ese cambio de actitud también se nota a pie de calle.
Ahora los españoles nos damos cuenta de que los científicos están teniendo un papel importante. Necesitamos el personal médico, por supuesto, pero los científicos también están ahí. Llevamos un mes trabajando sin saber lo que es un fin de semana ni un día de vacaciones. Es así como nos lo hemos tomado. Estamos aquí para resolver los grandes problemas de la humanidad y esta es una ocasión de demostrar nuestro esfuerzo y nuestro conocimiento como no lo he vivido en mi vida, en mis 40 años de profesión y en mis 30 años de trayectoria investigadora.
¿Se percibe el nivel de expectativa en la sociedad o es posible abstraerse?
Creo que la gente ha empezado a darse cuenta de que ahora, con el confinamiento, hemos llegado a una situación mejor. Se sabe la sensibilidad del virus a la temperatura. Es probable que en los próximos meses estemos relativamente tranquilos. Pero también existe el temor a que el problema vuelva a surgir en otoño. Las enfermedades infecciosas se combaten fundamentalmente con vacunas. Los tratamientos antivirales son muy bienvenidos, pero qué duda cabe de que, a largo plazo, lo que se busca es tener una vacuna para combatir todas las enfermedades infecciosas.
Llegará tarde o temprano. Usted no pierde la esperanza.
No hay que perder la esperanza. Creo que hay que mantenerse positivo. Mientras no exista la vacuna, cumplir a rajatabla, incluso más allá, las normas que nos da el Gobierno.
Fuente: ABC